Face the fear


.

Y, entonces, el guerrero vió la luz…

Entendió que llevaba años con una venda tupida sobre las pupilas, que llevaba años inmerso en un bucle emocional heredado de sus ancestros, un juego energético disfuncional escondido en algún jirón de su código genético.

Casi inmediatamente después de la revelación fotosensible, nuestro guerrero, harto ya de tropezar una y otra vez con aquel legado deforme, decidió, de una vez por todas, acabar con la maldición y transmutar todos esos dolores, dudas y despropósitos, para poder experimentar la relación sana y profunda que durante tantas reencarnaciones se negaron a sí mismos sus predecesores.

.

¿Y qué sucedió entonces?

<Que, sin saberlo conscientemente, me permití ser cada día más yo, mostrar quién era en verdad o, como dijo alguien, «me volví más transparente», es decir, estaba más presente a todos los niveles. Me entraron unas tremendas ganas de vivir, me solté la melena y eché de mi vida a unos cuantos que no merecían que gastara en ellos mi precioso tiempo… Hice otras cosas, como no permitir a nadie que me dijese que algo mío no merecía la pena. Saqué a pasear a ese guerrero que llevaba dentro de mí como nunca antes lo había hecho, y ahora estaba mucho más tranquilo y relajado. Pero lo más maravilloso de todo es que no dejé a un lado la ternura y la dulzura, como había hecho años atrás. Por consiguiente, el jaguar corrió alegre y libre por la selva.> Rosetta Forner, RBA, 2007.

.

He conseguido revivirte sin sentir dolor. He conseguido aprender a vivir sin necesitar tu dolor. Siempre te querré. Tu ausencia ha sido el simiente de mi presencia.

.

Me has hecho el mejor regalo que me ha hecho nadie nunca: Me has regalado a mí mismo.

.

Gracias.

Has sido mi última musa.

Deja un comentario