Dejar una ciudad atrás, a las espaldas, es dejar atrás una mentalidad, una forma particular de interpretar y de crear la realidad…
Cuando te dispones a sumergirte en lo nuevo no te das cuenta de hasta qué punto estás atrapado en ciertos esquemas previos y sólo empiezas a patalear cuando te empiezan a hacer sangre del roce.
Dejar atrás una ciudad es cortocicuitar una red de interconexiones neuronales automatizadas y malgastados por los años.
Dejar una ciudad en la que llevabas viviendo 20 años, es como dejar tu trabajo de toda la vida…
Es como si dejas a tu esposo acomodado y te lías con una amiga de tu hija en su fiesta de cumpleaños y te fugas con ella a Córcega a comer queso de búfala…
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Dejar tu ciudad: 45 euros
Dejar a tu madre vivir su vida, salir del vientre materno, romper el cascarón, descubrir que también tienes dos manos, comprender que la vida tiene sus pros y sus contras, empezar a escuchar tu vocecilla interior, aprender a elegir con la conciencia, jurar respetarse y mimarse a uno mismo, gritar tu verdad a los cuatro vientos y que te importe un pijo lo que opinen los otros, que devengas en fluido y flotes entre las energías sin ser alterado, que la vida comience a apremiarte con respuestas a tus sueños, que hayas comprendido y aceptado que todo llega pero todo lleva su tiempo… eso no tiene precio.
Para todo lo demás, Mastercard.
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Volveré! (Es una amenaza!)
jeje
A veces, se encuentra una en diferente ciudad comentiendo las mismas estupideces…
Sí, jejjee, incluso durante un tiempo a uno le divierte eso de cometer las mismas estupideces, al fin y al cabo, nuestros errores nos hacen más auténticos que nuestros valores (para lo que encuentro tres explicaciones: los errores suelen ser más numerosos, más frecuentes y más estruendosos que los valores)…
Bien, hasta aquí bien, pero llega un momento en el que te das cuenta de que lo que en verdad buscas y ansías es que te valoren por tus dones y no que aplaudan tus errores… e inmediatamente vislumbras que para eso necesitas primero tiempo, después constancia y, lo fundamental (o el fundamento, como diría Arguiñano): una dirección…
Hilando estas tres variables obtenemos como resultado la Gran Obra que todos hemos de realizar en nuestra vida y por el cual nos harán de amar y odiar nuestros coetáneos…
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Uyyy… creo que no me habías hecho ninguna pregunta… y yo aquí esputando líneas para continuar unos inocentes «puntos suspensivos».
Para eso están los puntos suspensivos…
I love it!!
No me deja parafrasear tus frases!!! joe
Esta parte es la que me gusta:
«nuestros errores nos hacen más auténticos que nuestros valores (para lo que encuentro tres explicaciones: los errores suelen ser más numerosos, más frecuentes y más estruendosos que los valores)…»
A ver si ahora sale!!
😉