Amazing

pezon

Joder, ¡qué fuerte!

Creo que acabo de pasar una de las mejores semanas de mi vida. Redonda, no sólo por tener cuatro días y terminar con el Día del Trabajador, sino porque ya puedo decir que soy trabajador, porque hemos cerrado de una puta vez la agonía barcelonesa, porque me estoy reencontrando conmigo mismo (y cada vez me gusta más lo que veo) y, por último, aunque en primer lugar, porque tu boquita sabe a caramelo, a melaza, a magia y reposo.

¿Me dejas que me recueste a tu vera? ¿Me dejas? ¿Me dejas que te coma un pezón? En realidad, tienes dos, me podrías regalar uno. Me lo colgaría del cuello, le pondría nombre -así de primeras, me mola Chupezón-, le echaría cremita, lo luciría con brío. ¿Me dejas?

Tu sonrisa sería mi alimento y nuestro Chupezón el postre.

Vamos que nos vamos, nos vamos de baretos, con la tía Enriqueta, montada en bicicleta, tocando la pandereta…

¡No me toques el Chupezón que me conozco!

Me estoy dando cuenta de que esto ya no tiene vuelta atrás…

¡La (r)evolución ha comenzado!

La vida galopa junto a nuestra gracia rumbo a las estrellas, rugiendo, cual semental ibérico, con sombrero cordobés y guantes de esgrima, hermoso semblante, vigoroso ceño…

Y un día viene y te dice:

<Si quieres cabalgamos juntos>.

Las energías bailan jazzfusión bajo nuestra piel,

siento como los pelos se perfilan en un ejército erizado…

Adios Kalashnikov,

¡Hola Piel de gallina!


Deja un comentario