Me sigues o no me sigues?

(Hay que ver las cosas que se aprenden «jugando» al Quién me sigue? en el Twitter…)

<El verdadero líder no es aquel que no sigue a nadie,

el verdader líder es el que no necesita que nadie le siga.>

De hecho, el primero bien podría ser un loco, un vagabundo y/o un friki,

sin embargo, el segundo arrastra (sin pretenderlo) a multitudes con su indolencia.

«Arrogante de Mierda», dirán a los que les jode que no les haga caso; «Maestro de Vida», dirán los que sucumben a sus pies; «A ver cuando nos tomamos una caña», espetan los que saben que lo han perdido; «Mañana te llamo», gritan los que, como él, han descubierto el secreto de la felicidad.

Y, me pregunto ahora, tras psicoanalizar mi hermoso día:

¿Cómo dos líderes quedan para tomar café?

Respuesta (¡ya lo entiendo todo!):

Dos líderes sólo quedan para tomar café si tienen intereses inmediatos comunes, léase: un negocio.

Los que no son líderes también quedan para otras cosas: lloriquear de lo mal que va tal o cual cosa, hablar de la crisis, compartir sueños que jamás se harán realidad, criticar a los líderes y/o a cualquier persona que no esté presente o que esté presente y haga algo que en alguno de ellos despierte un dolor de la infancia mal cicatrizado, quedan para darse ánimos, para ligar en pareja (una contradicción, a no ser que el objetivo sea hacer una orgía), para medirse las pollas y las lenguas: a ver quién mea más lejos y quién dice la barbaridad más bárbara…

Mientras, los líderes, bueno, dejémonos ya de plurales de modestia, el líder, observa la escena, dando sorbos pausados a su pinta de Guiness mientras ojea un periódico regional, apuntando mentalmente tanto las noticias de interés como los picos de humor y realidad de la muchadumbre que le rodea.

Les escucha como hacen planes, como elaboran estrategias, como se autosabotean, como se relamen las heridas después… se necesitan y se tienen, es penoso pero es bello al mismo tiempo.

El líder, vuelve a doblar el periódico, paga su pinta y se despide.

Se dirige a casa, solo, disfrutando de sí mismo, sumergido en sus pensamientos, flotando en su halo de energía…

Extraño sentimiento ése, darte cuenta que paseas entre humanos aparentemente iguales que tú, pero, a diferencia de ti, todos ellos tienen prisa, por llegar al sitio de siempre, por llegar a dónde han quedado con su grupo, todos quieren pertenecer a un grupo, todos quieren ser alguién en el grupo que sea, todos quieren ser valorados…

¿Será porque no se valoran a si mismos?

No sé… lo cierto es que con tanta prisa tampoco tienen mucho tiempo para empezar a hacerlo.

 

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